lunes, 28 de mayo de 2012

Edinne, el inocente al que Del Olmo tuvo tres años y medio en aislamiento

  • PEDRO SIMÓN MADRID
  • 28/05/2012 ESPAÑA/El Mundo


  • Después de 41 meses encerrado, fue absuelto. Cuando salió, lo había perdido todo
    La Cataluña engreída, antipática, egoísta y trilera ha quebrado, e internacionalmente está considerada basura. A Edinne lo encerraron solo en una celda de ocho metros cuadrados, le dejaron un espacio donde daba cinco pasos adelante y cinco atrás, le sacaban al patio entre dos y cuatro horas al día y le pasaban la comida por una trampilla.

    Cuando supieron que no era terrorista islámico y le abrieron la puerta y le dijeron «sal», el argelino se había tirado tres años y medio así.

    Ni Edinne era el cabecilla de una célula integrista ni estuvo reclutando muyahidin por la Costa del Sol ni financiaba el islamismo radical. Edinne era un ateo de los de no abrir El Corán. Y lo que dispensaba a diario no eran Kalashnikov, sino pinchitos morunos. O unos cuscús que mataban el hambre. O una ensalada de perejil con mucha demanda entre la cristiandad de Fuengirola.

    Antes de entrar en Soto del Real en junio de 2006, tenía una tienda delicatessen de productos árabes. Después de salir de Valdemoro en noviembre de 2009, no tenía nada. El local del negocio era un cartel de Se vende, la mujer malagueña le había pedido el divorcio, se había quedado sin papeles y el hijo mayor era el único que no absolvía al reo: «Papá, eres un moro mierda».

    Entre una y otra fecha, caben tres años y medio de un imposible: el de andar dando vueltas en círculo en el rectángulo de la celda. Ya lo hemos escrito aquí. Cinco pasos adelante; cinco pasos atrás. Y en cada giro un responso: «Soy inocente».

    «Pones mi nombre en Google, Berkoun Salah Edinne, te deletreo [lo hace], y todavía sale que soy terrorista... ¿Quién me arregla eso? El mayor tuvo taquicardias en el instituto, le decían que su padre era un asesino... Mi mujer, Josefina, me pidió terminar la relación. No he recuperado la tarjeta de residencia hasta este enero... Aquí en el pueblo la gente ya no se fía de mí, no me dicen ni hola, ninguno de mis cuñados me llama. Por muy absuelto que esté».

    Después de 41 meses como preventivo, la sentencia de la Audiencia Nacional, de marzo de 2011, le absolvió de los delitos de pertenencia a banda terrorista y del de colaboración con el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate por los que estaba acusado, ilícitos por los que el fiscal le pedía 15 años y por los que pagó injustamente tres y medio en régimen cerrado. El instructor de la causa fue el juez Del Olmo. Ahora que quería pedir una indemnización al Estado, le han contado que ya es tarde: se le ha pasado el plazo que tenía para reclamar.

    «Llegué a España en el 88. Me casé en el 93. Trabajé en el campo hasta que abrí el negocio en 2002. A raíz del 11-M, todo cambió», explica. «Después de tres años sin vacaciones, me fui a Argelia a ver a la familia. Y un día, cuando mi mujer fue a Ronda con los niños a visitar a su padre, que estaba en el hospital, llegaron los Geos y entraron en casa y en la tienda tirando la puerta».

    Por teléfono la esposa le contó: el negocio y la vivienda eran un paisanaje de papeles revueltos. Medio barrio decía que él era un terrorista. La Policía buscaba un mapa del tesoro y andaba haciendo preguntas.

    Así que Edinne fue a la Fiscalía de Argel -donde le dijeron que no había nada contra él- y de ahí, a la Audiencia Nacional. Del Olmo se frotó los ojos. Edinne preguntó qué querían de él. «Pensaba: se lo voy a contar todo al señor juez y verá que ha sido un error, que me habrán confundido con otro». Los periódicos publicaron que el jefe de la célula terrorista se había entregado. El tendero entraba en aislamiento.

    De lo que vendría después queda una frase para colgar a la entrada de la penitenciaría: «Ojalá el régimen cerrado fuera como Guantánamo, porque allí por lo menos veían el cielo».

    El techo. Recuerda el techo. Y el semisótano donde estaba la celda de Soto. Y las conversaciones a través de la ventana con otro preso al que no veía. Y que había reclusos que le escupían mentando aquellos trenes de Atocha.

    El juicio fue en octubre de 2009. Los 43.000 folios del sumario se quedaron en ceniza. El integrista islámico no era tal y por descontado que, cuando el fiscal le propuso un apaño por el que él aceptaba que era terrorista a cambio de la libertad, Edinne se negó. Por sus hijos.

    «No se puede explicar con palabras lo que es estar tanto tiempo encerrado siendo inocente», explica Edinne. «Tu vida se va por un desagüe. El negocio, la familia, el futuro».

    «Es sangrante que haya estado tres años y medio en la cárcel con las pruebas que había», señala Pedro Blas, su abogado, que califica de «increíble» el error de la Policía.

    «El Estado de Derecho prefiere equivocarse metiendo a un inocente entre rejas que dejando a un culpable en la calle», concluye Julián Ríos, profesor de Derecho Penal en la Universidad Pontificia Comillas. «La responsabilidad, desde luego, es de los jueces que adoptan la medida, pero también de los fiscales cuando piden prisión con ligereza. Cuando se produce un error judicial, hay que indemnizarlo sin excusas. Está en juego la dignidad de todos».

    Edinne está sin trabajo, a ver. Edinne, que escribió a todos los periódicos para que rectificaran y nadie le contestó. A él, que ni siquiera le concedieron el adjetivo de presunto. Valgan estas líneas como respuesta

    1 comentario:

    1. Menuda justicia, y se quedan tan panchos. Todo sea por el partidismo. Y los verdaeros culpables, de rositas..

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