lunes, 28 de febrero de 2011

«Rubalcaba me ha dejado tirado», dice el director de la Policía durante el chivatazo


F. L. / Madrid/ El Mundo

Zapatero embustero

Era el máximo responsable de la Policía cuando se produjo el chivatazo policial a ETA y, de momento, es la cúspide de la responsabilidad en los tribunales. Los informes policiales le dejaron señalado, imputado, como el que ordenó perpetrar la filtración al dueño del bar Faisán y responsable de la red de extorsión de ETA.Sigue en página 4

Víctor García Hidalgo no sólo acabó imputado sino también destituido por el ministro del Interior. Y se sintió solo. Y trasladó su malestar. Y en petit comité mostró sus críticas a las diferencias de trato de favor. Y las trasladó. Y acusó a Rubalcaba de no arroparle, más bien al contrario. «Rubalcaba se ha ocupado de librar a Camacho y a mí me ha dejado tirado».

La frase, corta pero elocuente, demuestra bien a las claras cómo respiraba por la herida García Hidalgo tras ver cómo era tratado por el Gobierno. García Hidalgo fue destituido por Rubalcaba, no por el chivatazo directamente, sino tras conocer que el equipo de investigación policial le había incluido en sus informes como implicado en los hechos y que esos informes iban a acabar en manos del juez de la Audiencia Nacional. Rubalcaba sabía que la imputación acabaría conociéndose. Por este motivo, en septiembre de 2006, más de cuatro meses después del chivatazo, el ministro del Interior puso en marcha una gran remodelación del Ministerio. Retiró a García Hidalgo como director general de la Policía y se «inventó» el Mando Único, el director general de la Policía y la Guardia Civil. Ese cargo se lo entregó a Joan Mesquida, que hasta esa fecha dirigía la Guardia Civil.

Para entonces, los informes policiales sobre el movimiento telefónico que se había producido en el bar Faisán el 4 de mayo de 2006 ya habían llegado a manos del entonces instructor, el juez Baltasar Garzón. Lo que hizo realmente Rubalcaba era «quitarse de en medio» a García Hidalgo una vez que la propia Policía había incluido su nombre en los informes y antes de que Garzón levantara el secreto de sumario de las actuaciones.

Sólo en 2010, cuando el ahora juez imputado levantó ese secreto, se comenzó a conocer la presunta implicación de García Hidalgo en el entramado que se puso en marcha para alertar a los terroristas. El chivatazo se produjo cuando el Gobierno de Zapatero mantenía un proceso de negociación con ETA.

García Hidalgo se lamentó entre sus íntimos del diferente trato recibido. Y es que en el movimiento de llamadas analizado por la Policía se detectaban las comunicaciones entre el ex director de la Policía y el jefe superior de Policía del País Vasco, que se presume sirvió para alertar a Elosua. El «brazo armado» que entregó el teléfono a Elosua en el bar Faisán fue el inspector de Vitoria destinado a la lucha antiterrorista con el que el jefe superior tuvo un tráfico intenso de llamadas en aquellas horas críticas.

García Hidalgo aparecía en los informes. Pero también figuraba el móvil cuya titularidad correspondía a la Subsecretaría de Interior y que era utilizado hasta hace pocas fechas por el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho. Los encargados de las pesquisas recogieron el movimiento telefónico que tuvo el móvil de Camacho con el móvil de tarjeta prepago que utilizaba García Hidalgo y con su otro móvil oficial.

García Hidalgo detectó desde el primer minuto dos varas de medir: la que le colocaron a él con la destitución y la que aún tiene el número dos, el secretario de Estado de Seguridad. Entiende García Hidalgo que el Ministerio le ha dejado «tirado» mientras arropaba y sigue arropando a Camacho. Y es que en ningún momento se planteó Rubalcaba la posibilidad de prescindir también de Camacho durante la gran remodelación que puso en marcha en septiembre de 2006.

El propio Rubalcaba, en conversaciones privadas con otros compañeros de Gabinete, cuando es preguntado por el chivatazo, defiende que él ya tomó medidas, que él depuró responsabilidades políticas por el caso y que esas responsabilidades se plasmaron en la destitución del que fuera director general de la Policía.

Y García Hidalgo vio que se quedaba fuera del arropo político mientras quien había sido su superior, al que había informado de todas sus actuaciones como director general de la Policía quedaba bien tapado bajo las alas protectoras de Rubalcaba.

Ese arropo a Camacho quedó claramente escenificado cuando el juez Pablo Ruz, tras encargar primero que se indagara el teléfono móvil que utilizaba Camacho, decidió que no había motivos para llamarle a declarar.

La sensación de soledad acompaña a García Hidalgo desde su destitución. Y es que, tras su marcha de Interior, fue recogido por el Partido Socialista de Euskadi, en Álava, para un puesto de escasa relevancia. Su presencia pública se ha reducido hasta el cero.

Ni siquiera el intento de compensarle con el nombramiento como consejero general de Caja Vital tuvo efecto ya que, al trascender a los medios de comunicación, el propio García Hidalgo renunció al puesto.

Pese a su destitución y a que en los informes policiales elaborados por el equipo dirigido por Carlos Germán figuraba en un papel estelar de la trama del caso Faisán, no fue hasta diciembre de 2008, en plenas vacaciones navideñas, cuando le citó a declarar como imputado el juez Baltasar Garzón.

«No sé», «no recuerdo». «Me enteré por la prensa». Estos fueron los argumentos que utilizó el imputado Víctor García Hidalgo a preguntas del instructor y del fiscal. De momento, ninguno de los imputados se ha tenido que enfrentar a las preguntas de las acusaciones, ya que fueron citados por Baltasar Garzón cuando la causa aún estaba bajo secreto.

En más de medio centenar de ocasiones, el que fuera máximo responsable de la Policía recurrió al «no me acuerdo» para salir al paso de las preguntas sobre sus movimientos telefónicos de aquellas fechas relacionadas con el chivatazo.

De hecho, en la segunda pregunta planteada por el juez sobre la fecha en que fue nombrado director de la Policía, ya recurrió al «no me acuerdo», para sorpresa del instructor y del fiscal.

El tono de su comparecencia recordó tiempos no tan lejanos cuando le preguntó cómo se había enterado de que se produjo un chivatazo policial a ETA. Se enteró, según su declaración, «por los medios de comunicación».

1 comentario:

  1. Este, otro que se entera por la prensa como felipe. Manda carallo, tenemos unos políticos de lo más inútiles. Que se creía que le iba a echar una mano el jefe, de eso nada, y como se descuide le echa ácido para que no quede huella, que por algo es químico.

    ResponderEliminar