lunes, 28 de febrero de 2011

«Este dolor lo comparten todos los españoles»


ALFONSO MATEOS / Madrid/ El Mundo

El Príncipe preside el funeral por los militares muertos en Hoyo de Manzanares

Zapatero embustero

«La muerte para el militar no es un tabú, pues ha sido educado para asumir su propia entrega como precio a la seguridad, a la defensa y a la libertad de los hombres». Estas palabras del arzobispo castrense Juan del Río resumen el espíritu que reinó ayer en el patio de armas de la base militar El Goloso de Madrid, sede de la Brigada de Infantería Acorazada Guadarrama XII, durante el funeral por los cinco militares fallecidos en unas prácticas de destrucción de explosivos el pasado jueves en Hoyo de Manzanares (Madrid). Porque el acto, presidido por el Príncipe de Asturias, estuvo marcado por la emoción, pero también por la solemnidad que con tanta contundencia sabe ofrecer el Ejército.

Además de Su Alteza Real, el funeral contó con la presencia del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que retrasó la salida de su viaje a Qatar para estar en el acto, y la ministra de Defensa, Carme Chacón -acompañada de Constantino Méndez y Vicente Salvador Centelles, subsecretario y secretario de Estado de Defensa, respectivamente- como representantes del Gobierno. Junto a ellos, el jefe del Estado Mayor de la Defensa, el general José Julio Rodríguez.

En cuanto a las autoridades locales, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, y el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, también se sentaron en la primera fila del área reservada a las autoridades, al igual que María Dolores de Cospedal, secretaria general del Partido Popular. En representación del Gobierno de Andalucía, estuvo la consejera de Presidencia de la Junta, María del Mar Moreno.

Enfrente, al otro lado del altar, los familiares de los fallecidos, que centraron la atención del Príncipe nada más llegar al patio de la base. Don Felipe atendió a cada una de las familias y tuvo palabras de consuelo para ellos. Especialmente emotiva resultó la presencia del infante de Marina Herminio Álvarez Gómez, herido leve en el mismo accidente, que quiso estar en el funeral pese a las evidentes dificultades que tenía para mantenerse en pie. Don Felipe se interesó por su estado y también tuvo palabras de aliento para él.

La entrada de los féretros, acompasada por la marcha fúnebre de Chopin, fue el mejor ejemplo del equilibrio entre emotividad y solemnidad del acto. El paso firme y decidido de los compañeros de los fallecidos que portaban los ataúdes convivió con las lágrimas de muchos de ellos. El silencio fue absoluto en el momento en que los cuerpos quedaron situados en el centro del patio.

Comenzó entonces la misa, en la que el arzobispo Del Río quiso mostrar su apoyo a los familiares de los fallecidos y heridos: «No estáis solos, compartimos vuestro dolor y este dolor lo comparten todos los españoles». Recordó, además, que «la muerte vino sin permiso» para llevarse a estos cinco «magníficos profesionales» mientras «se preparaban para su próxima misión internacional de paz en el Líbano»; y citó a San Agustín: «La muerte es un paso, sólo es un tránsito hacia la otra orilla».

Una vez finalizado el acto religioso y con la bandera del Tercio de Armada de vuelta a la formación, se procedió a la entrega, a título póstumo, de las medallas al mérito militar para los tres miembros de la Brigada de Infantería Acorazada Guadarrama XII -sargento primero Sergio Valdepeñas, sargento Mario Hernández y cabo Miguel Ángel Díaz- y al mérito naval para los destinados en la Brigada de Infantería de Marina con sede en San Fernando (Cádiz) -sargento primero Víctor Manuel Zamora y cabo primero Javier Muñoz-, todas con distintivo amarillo.

El homenaje a los caídos, con mención especial a los cinco fallecidos de cuerpo presente, que se celebró tras la entrega de las insignias, llevó a su punto álgido la mezcla entre emoción y solemnidad que marcó todo el acto. Una vez que los militares presentes entonaron La muerte no es el final, una salva dio por terminado el homenaje y abrió el camino a que los mismos compañeros de armas que habían transportado los féretros procediesen a recoger las enseñas que los cubrían para entregarlas, junto con las «prendas de cabeza» y las condecoraciones, a los familiares.

En esos momentos, la emoción era palpable en los propios compañeros y en algunas de las autoridades, como la ministra de Defensa, que a duras penas pudo contener las lágrimas.

Algo más de una hora después de que hubiese comenzado el acto, éste se dio por finalizado tras despedir a los féretros y la salida de las banderas. Estaba previsto que los tres fallecidos pertenecientes a la Brigada Guadarrama XII recibiesen sepultura ayer mismo por la tarde. En cuanto a los restos de los miembros de la Armada, partieron hacia San Fernando, donde se les esperaría en formación y se les velaría en una capilla ardiente.

Según informó ayer el Ministerio de Defensa, los otros dos heridos, el teniente José Manuel Candón y el sargento Raúl Alfonso González, se mantienen estables dentro de la gravedad. Ambos permanecen en la UCI del Hospital Gómez Ulla.

1 comentario:

  1. Que en paz descansen los compañeros, alli la que sobraba era la ministra de rubianes, que ni quiere a España ni siente su bandera. Una hipócrita donde las haya.

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