El reciente atentado de Mánchester da pie para recordar, una vez más, las
grandes dudas que envuelven la investigación del 11-M. Basta para ello con comparar la lógica forma de identificar el artefacto utilizado en Mánchester con
la inexplicable investigación realizada el 11-M.
En el 11-M, las diez bombas que estallaron en los trenes y las otras
dos que, tras ser encontradas intactas, fueron explotadas de forma
controlada por los Tedax, fueron asimiladas judicial y policialmente a
una mochila aparecida en la comisaría de Vallecas y que nadie vio en los
trenes. Nada de lo que quedó en los focos, restos, huellas, roturas,
deformaciones, fue tenido en cuenta para determinar las características
de los artefactos,
todo se redujo a tomar la mochila de Vallecas
como arquetipo de todas las demás, sin siquiera comparar su composición
con lo recogido y visto en los trenes, para luego limitarse a seguir dócilmente el hilo que empezaba en ella.
Extracto del informe
Pero
no era fácil dar el cambiazo y evitar las comparaciones entre lo que quedó en los trenes y el contenido de la mochila.
Para que eso fuera posible había que apartar cualquier dato que,
procedente de los trenes, fuese contradictorio con un contenido de la
mochila perfectamente detallado en solitario por el comisario Sánchez
Manzano
(1) tras la desactivación efectuada por sus
artificieros Tedax: una bolsa de deportes de loneta color azul marino,
10.120 gramos de goma 2 ECO, 640 gramos de tornillos y clavos, un
teléfono móvil Trium, una tarjeta Amena-Auna 32 K -número 652 282963-,
cables de color rojo y azul, un detonador y un cargador Trium modelo
MA0501. Y
para eliminar todo lo que se opusiera en los trenes a
esos elementos, tenían que ocurrir muchas cosas, tenían que ocurrir por
lo menos las siguientes veintidós actuaciones:
1.- Ante todo, que la mochila estuviese preparada para no estallar
dejando, por ejemplo, un cable suelto, y poder así conservar todos sus
componentes. Además, si para proceder a su desactivación los
artificieros pedían la evacuación de alguna vivienda próxima por el
peligro de rotura de cristales, el jefe de la operación,
tras efectuar una llamada telefónica, podría afirmar que
no era necesaria la evacuación, evitando así dar excesiva repercusión pública al asunto.
2.- Que no existiesen o no apareciesen las
obligatorias actas de recogida de muestras en los trenes, con enumeración de todas ellas y de los respectivos lugares en los que se recogieron.
3.- Que no existiera o no apareciera el
inventario de las muestras analizadas químicamente en el laboratorio Tedax, con descripción y fotografía de todas y cada una de ellas.
4.- Que
desaparecieran las muestras de tierra y de balasto
tomadas en los cráteres producidos por las explosiones bajo los trenes,
sin que quede constancia de si se analizaron o no, ni del resultado
obtenido, en su caso, de esos análisis.
Fragmento
del informe del Comisario del CNP Jorge Zurita, responsable de las
primeras intervenciones policiales en Téllez. Se llega incluso a
“salvaguardar y proteger la zona” de la que se tomarán las muestras del
cráter.
5.- Que las muestras tomadas en los trenes fuesen lavadas con agua y acetona en el laboratorio Tedax, y que luego
esos líquidos desaparecieran sin dejar rastro.
6.- Que
desaparecieran igualmente los algodones que los peritos Tedax impregnaron pasándolos por los focos de las explosiones.
7.- Que
no existiera o no apareciera
el acta detallada de los análisis químicos efectuados en el laboratorio Tedax, y que se sustituyera por unos resultados ambiguos y genéricos.
Resultados completos de los análisis de los explosivos de los trenes dados en el informe de la perito del laboratorio Tedax.
8.- Que, tras los primeros análisis del laboratorio Tedax,
no se enviaran las muestras, con su inventario y cadena de custodia,
al mejor dotado laboratorio de la Policía Científica.
9.- Que tras año y medio de realizar hasta cuatro periciales sobre la
metralla de los trenes para las que sólo existía un clavo, cuando el
juez pidiese expresamente su comparación pericial con la metralla
procedente de la mochila de Vallecas, surgiese de la nada todo un
surtido de clavos y tornillos atribuidos a los trenes,
inexistentes hasta entonces y, naturalmente, muy coincidentes en sus dimensiones con los de Vallecas.
Súbita
aparición en diciembre de 2005 de 21 tornillos y 32 clavos inexistentes
para las cuatro periciales sobre metralla realizadas anteriormente.
10.- Que no se realizara o no apareciera su acta, y que el juez no
ordenara su realización, una pericial que analizase la posible
pertenencia a las bombas de elementos tales como los siguientes,
recogidos todos ellos en la estación de El Pozo:
Trozos de bolsa de tejido azul con cremallera,
hebilla y fragmentos de plástico, restos de
cilindro metálico y circuito electrónico, pila de petaca bobina eléctrica y piezas metálicas, fragmentos de lo que parece un teléfono
móvil, cargador y batería de 3,6 V.
11.- Que no se analizara ninguna muestra de las ropas de las
víctimas, incumpliendo así la Recomendación (99) 3 del Consejo de
Ministros de la UE, de 2 de febrero de 1999, para la armonización
metodológica de las autopsias médico-legales,
adoptada por el gobierno de España, que dice para estos casos que
deben conservarse muestras de tejidos, de la ropa, etc., para su análisis químico,
con el fin de identificar el tipo de explosivo.
12.- Que si el tribunal juzgador ordenaba realizar en el laboratorio
de la Policía Científica una pericial química sobre las trazas de
explosivo presentes en las muestras de los trenes, no existiese o
no apareciese el acta de entrega de esas muestras al laboratorio de la Policía Científica, ignorándose quién, cuándo y cómo hizo esa entrega.
13.- Que las muestras llegaran a ese laboratorio
sin cadena de custodia,
como lo prueban los escritos de varios de los peritos actuantes y las
transformaciones sufridas por varias de ellas entre la última pericial
de metralla
(2) y la de explosivos.
Textos
incluidos en el acta por varios peritos intervinientes en la pericial
de explosivos realizada por orden del Tribunal en mayo de 2007, con
referencias a la carencia de cadena de custodia de las muestras.
14.- Que en la noche siguiente a la aparición de un componente
incompatible con la goma 2 ECO en la pericial de explosivos, las cámaras
colocadas por el tribunal en el laboratorio
dejasen de grabar, bien fuese por un oportuno
apagón o bien por un oportuno
obstáculo colocado ante ellas, y que a la mañana siguiente se detectaran múltiples e inexplicables “contaminaciones” en las muestras.
15.- Que si alguna instancia policial, por ejemplo, la brigada provincial Tedax de Madrid, pedía la
conservación de los trenes para investigarlos durante el tiempo necesario, no se atendiera esa petición.
Transformación
de la única muestra de metralla analizada procedente del tren de Santa
Eugenia. A la izquierda la muestra en la pericial de diciembre de 2005
en el laboratorio Tedax. A la derecha, la misma muestra, tras pasar por
el juzgado, tal y como aparece en la pericial de mayo de 2007 en el
laboratorio de la Policía Científica. ¿Qué tipo de cadena de custodia
hubo?
16.- Que los trenes fuesen
desguazados y desaparecieran rápidamente, antes de que la Policía Científica pudiera investigarlos a fondo.
17.- Que si un tren se salvaba del desguace y la zona próxima a su foco de explosión se conservaba misteriosamente,
esa circunstancia permaneciese oculta para las partes y fuese totalmente ignorada tanto en la instrucción como en el juicio oral,
y que si esos restos eran visitados por peritos policiales durante la
redacción de un informe pericial sobre las explosiones, ordenado por el
juez instructor, esos peritos no dieran cuenta de su existencia ni de su
visita en su pericial, e ignorasen en sus conclusiones importantes
datos siempre ocultos de esa explosión
(3).
18.- Que a pesar de que la Fiscalía escribiese más tarde
(4) que esos restos conservados tan sigilosamente eran
objetos de pruebas y que se habían adoptado
medidas para la conservación de dichos restos, ante la eventualidad de posibles análisis posteriores. Y que
todo ello se llevó a cabo con pleno conocimiento de los órganos judiciales
de la instrucción de la causa y del enjuiciamiento, que fueron
informados en su momento, y a pesar de tratarse del único foco de los
trenes conservado en su integridad, no se conozca ningún análisis
posterior realizado con ellos, y que ni siquiera se mencione su
existencia en toda la instrucción ni en el juicio.
Nota
de prensa de la Fiscalía de Madrid. Los restos que en ella se citan,
tan importantes para la Fiscalía en 2012, jamás fueron ni siquiera
mencionados en la instrucción, ni en el juicio ni en la sentencia del
11-M. Pertenecían al tren de Santa Eugenia.
19.- Que la destrucción de los trenes se llevase a cabo
sin ninguna autorización u orden conocida
para realizarla, sin que ello promoviese ninguna iniciativa judicial o
policial para investigar cómo pudo ocurrir tal ilegalidad.
20.- Que esa destrucción de los trenes se
produjera sin que judicialmente existiera ni siquiera un reportaje fotográfico detallado
que permitiese realizar una adecuada pericial sobre lo allí ocurrido,
de forma que cuando peritos de la Policía y de la Guardia Civil
realizasen una pericial de las explosiones, por orden del juez
instructor, hubiera que recurrir a fotografías tomadas por bomberos,
ferroviarios y policías municipales.
El
juez Del Olmo entrega a los peritos de Policía y Guardia Civil,
encargados de realizar el informe conjunto sobre las explosiones de los
trenes, fotos realizadas por Policía Municipal, Renfe y Bomberos, fotos
que luego fueron utilizadas en su informe pericial.
21.- Que cuando el juez plantease la posibilidad de reconstruir las explosiones en los trenes,
el comisario Sánchez Manzano se adelantase a la opinión de los expertos rechazando esa posibilidad, pues tal reproducción
no aportaría datos objetivos.
22.- Que los peritos artificieros se adhiriesen fielmente después a la opinión de su jefe y
también ellos rechazasen la oportunidad de reproducir las explosiones de los trenes.
El Ayuntamiento de Madrid trata el robo de los restos del 11-M en el taller de la empresa Tafesa.
Todo eso tenía que ocurrir y todo eso ocurrió, y
obsérvese la estrecha relación de casi todo ello con Sánchez Manzano,
comisario jefe de los Tedax. Y la concurrencia de esas veintidós
anómalas actuaciones no pudo ser casual, pues
el incumplimiento de una sola de ellas podía haber puesto patas arriba toda la verdad oficial del 11-M. Tenía que haber un objetivo, una dirección que promoviera y controlara todo ello, y
es fácil suponer qué es lo que se buscaba.
Pero la sola existencia de este entramado permite asegurar que las
bombas de los trenes nada tenían que ver con la mochila de Vallecas, en
caso contrario, en vez de esas inexplicables actuaciones lo que
habríamos tenido sería toda una serie de coincidencias entre la mochila y
las bombas.
Uno
de los precintos de la Guardia Civil colocados por orden del Fiscal
General del Estado en el recinto que guardaba los restos del foco de
explosión del tren de Santa Eugenia (foto del autor).
Gracias a todo ello,
el Tribunal pudo dictar una sentencia basada en la autenticidad y en la composición de la mochila de Vallecas,
cuya falsedad echaría por tierra toda la argumentación judicial y, con
ella, la propia sentencia. Y cuando el 17 de julio de 2008 el Tribunal
Supremo
dictó la sentencia definitiva, parecía que los protagonistas de la eliminación de las pruebas de los trenes habían logrado definitivamente su objetivo.
Sin embargo, surgió algo sorprendente, algo imprevisible para los que
consideraban cerrado y bien atado el caso. Un año después del carpetazo
decretado por el Supremo, en julio de 2009, la
Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M,
a través de su abogado José María de Pablo, presentó una querella
contra el comisario Sánchez Manzano y la perito de su laboratorio
químico, por los delitos de
omisión del deber de perseguir delitos, encubrimiento por ocultación de pruebas y falso testimonio.
Y la querella fue admitida a trámite por e Juzgado de Instrucción
número 43 de Madrid, que dirigía Coro Cillán. Se abría así una
inesperada esperanza de que por fin la verdad saliera a la luz.
Y la juez Coro Cillán luchando contra los numerosos obstáculos que se
iba encontrando en el camino, eludiendo durante dos años y medio las
fuertes presiones que recibía, y rechazando las sucesivas peticiones de
sobreseimiento, mantuvo la investigación abierta con el apoyo del
fiscal. Durante ese tiempo declararon ante Coro Cillán numerosos e
importantes testigos policiales, ferroviarios, y otros que no lo habían hecho en el juicio del 11-M. Muchas de esas declaraciones aportaban
importantes nuevos datos a lo ocurrido con los trenes y con la toma de muestras en ellos
(5).
El recinto que guardaba los restos de Santa Eugenia destruido y saqueado el 22 de octubre de 2013 (foto del autor).
Pero se estaba yendo demasiado lejos.
Había que pararlo como fuera.
Hubo un primer archivo de la causa decretado el 7 febrero de 2012, en
el que se alegaba un absurdo e inexistente caso de “cosa juzgada”,
archivo que se produjo precisamente el día siguiente al de la
declaración ante Coro Cillán del que era presidente de Renfe el 11-M,
Miguel Corsini, y coincidiendo en el tiempo con la aparición de los
antes mencionados restos de uno de los focos de explosión de los trenes.
Ya en octubre de 2013,
esos restos, sigilosamente conservados y
precintados por la Guardia Civil por orden de la Fiscalía, vieron
violentados sus precintos, destruido el recinto que los guardaba y fueron finalmente robados en presencia y con ayuda policial
(6),
al tiempo que la juez Coro Cillán, que estaba suspendida cautelarmente,
era inhabilitada por prevaricación por un asunto ajeno al 11-M.
El
23 de octubre de 2013, un vehículo policial ante la puerta de entrada
del taller en el que se estaba consumando el robo de los últimos restos
de un tren del 11-M (foto del autor).
Y así se perdió, por ahora, la esperanza de ver por fin dirigida la
investigación del 11-M a los trenes y a lo ocurrido con ellos y con lo
de ellos extraído, y no a una mochila fantasma, que nadie vio en los
trenes y que es incompatible con diversas actuaciones sumariales y con
varias de las importantes declaraciones prestadas bajo juramento ante la
juez Coro Cillán, las cuales han quedado archivadas y escondidas, que
nadie se atreva a invocarlas. Para la justicia española esas declaraciones no han existido.
*** Carlos Sánchez de Roda es ingeniero y autor del libro 'Los
trenes del 11-M' (Última línea, 2015), donde expone cómo la
precipitación en el desguace de los vagones provocó grandes lagunas e
incluso errores judiciales que podrían haberse evitado.
1. El Comisario Sánchez Manzano suscribió en solitario la nota
informativa emitida tras la desactivación de la mochila de Vallecas. No
se ha dado a conocer el acta que debieron suscribir los artificieros,
cuyas identidades ni siquiera aparecen en la nota de Sánchez Manzano.
2. La última pericial sobre metralla se realizó el 14 de febrero
de 2006, y la de explosivos del juicio finalizó el 15 de mayo de 2007.
3. El tren de Santa Eugenia no fue desguazado, sino reparado, y sus restos conservados sigilosamente durante 9 años.
4. Nota de prensa de la Fiscalía de Madrid de 6 de junio de 2012,
tras la publicación en el periódico Libertad Digital de la existencia
de esos restos hasta entonces desconocidos para todo el procedimiento
judicial.
5. Algunas de esas declaraciones se comentan aquí.
6. La Policía Nacional, junto a personal de Adif, vigiló la
entrada al taller en el que se realizaba el expolio. La Policía
Municipal colaboró en la salida de camiones del recinto, como lo prueba
al Diario de Sesiones del Ayuntamiento.